El largo brazo demoledor del sionismo


Una reflexión sobre el incidente del hostal en la costa uruguaya

 

Valizas (Foto: Sebastián Decuadro).


María Landi

 

De pronto la tranquilidad veraniega de un país abotagado por el calor extremo se sacudió, y la temperatura social se elevó aún más. La noticia se hizo viral en los medios informativos y las redes sociales: el dueño de un hostal en el balneario Valizas canceló la reserva de una pareja de israelíes alegando que no está de acuerdo con las políticas de su país, y que ha tenido pésimas experiencias en el pasado con turistas israelíes.

Como era de esperar, desde que se conoció la noticia llovieron sobre él acusaciones de discriminación y antisemitismo, provenientes no solo de las instituciones sionistas, sino también de políticos, medios de comunicación y opinión pública. Un diputado presentó una denuncia judicial; el gobierno anunció que reuniría a la Comisión Honoraria contra el Racismo, la Xenofobia y toda otra forma de Discriminación (que vigila el cumplimiento de la ley del mismo nombre); y para rematar, el intendente de Rocha anunció que el hostal sería demolido[1] –con toda la carga simbólica que tiene la acción de demolición en el contexto de Israel-Palestina. No hubo una sola voz pública en defensa del dueño del hostal[2] (excepto una declaración del Comité Palestina Libre), ni siquiera para matizar o poner en perspectiva su decisión.

Entre todo lo que se dice y se publica en estos días al respecto, llama la atención todo lo que NO se dice ni se escribe. Para empezar, no se dice que el 99 por ciento de la sociedad israelí apoya y defiende las políticas de su país –que son políticas de Estado, y no de un gobierno–. Además, se habla de “turistas israelíes” genéricamente y en abstracto, soslayando la gran carga anecdótica que acompaña al término.

No se dice, por ejemplo, que los turistas israelíes que frecuentan este tipo de establecimientos y balnearios tienen un perfil muy específico: son en su mayoría jóvenes ex soldados que salen a recorrer el mundo al terminar los dos o tres años (según el sexo) de servicio militar, y que se han ganado una pésima reputación a lo largo y ancho de los cinco continentes. También en Valizas, adonde llegan más cada año, hay malestar entre comerciantes, residentes y veraneantes hacia ese turista por su conducta habitual: arrogante, mal educado, agresivo.

Un rápido ‘googleo’ (en español y sobre todo en inglés) permite encontrar inmediatamente infinidad de artículos sobre incidentes entre comunidades locales y estos turistas, desde Cuzco hasta Bariloche, desde Bolivia hasta India, así como análisis y debates sobre por qué los turistas y ex soldados israelíes tienen tan mala reputación, siendo rechazados hasta por operadores turísticos y por integrantes de la comunidad judía local (quienes se quejan de la pésima imagen que dan de Israel, y del trabajo que les da recomponerla). En la Patagonia chilena (uno de sus destinos favoritos) muchos fueron expulsados por provocar disturbios e incendios de parques nacionales. En Sacsayhuamán (Perú), más de 60 fueron arrestados por robar reliquias y profanar el sitio arqueológico con un campamento ilegal donde se encontró basura, drogas, alcohol y aerosoles de pintura. La conducta de los turistas israelíes fue objeto incluso de un foro en el portal de la prestigiosa guía turística Lonely Planet. Esa fama se extiende también entre el personal de las aerolíneas que los transportan en largos vuelos transocéanicos, soportando toda clase de insolencias.

Recomiendo leer el artículo del chileno de origen judío André Jouffé: “Conducta espantosa de turistas israelíes”, donde menciona que los hoteleros han empezado a aplicar políticas de exclusión hacia ellos para ahorrarse los habituales desmanes y dolores de cabeza. No es por razones políticas o religiosas, aclara Jouffé, y no hay quejas sobre turistas judíos/as de otros países, sino exclusivamente de Israel, como dice en otro artículo. Los distintos prestadores de servicios turísticos coinciden en la mala educación y agresividad de estos jóvenes.

Lo que hace falta –porque tampoco se habla de esto– es conectar estas conductas depredadoras y arrogantes con otros aspectos de la sociedad israelí: con la educación que reciben desde la escuela; con el impacto que tiene sobre la juventud una cultura altamente militarizada (donde la violencia es el caldo de cultivo en el que crecen); con el precio que se paga por mantener durante siete décadas la ocupación colonial más larga de la historia moderna[3] y un régimen de discriminación[4] basado en la superioridad de la «nación judía» sobre los demás pueblos; y sobre lo que hacen estos jóvenes durante los largos años de servicio militar en los territorios ocupados. Muchas veces se trata de justificar esas conductas inaceptables en el extranjero diciendo que son producto –o evasión– de los traumas causados por vivir en un país en guerra permanente.

Para comprender estos fenómenos e impactos, nada mejor que escuchar a las (escasísimas) voces críticas dentro de la propia sociedad israelí. La organización feminista New Profile, que trabaja “por la desmilitarización de la sociedad israelí[5] tiene desde hace años una campaña llamada “Las armas fuera de la mesa de la cocina”. Porque lo que suena absurdo en cualquier país del mundo, en Israel es una imagen habitual: las armas (grandes, automáticas, de guerra) son parte del paisaje cotidiano y doméstico. En el transporte público hay que esquivarlas para avanzar por el pasillo; en los parques infantiles hay tanques y vehículos militares a escala; escolares y liceales hacen campamentos militares; las armas están a la vista en los cafés, en las piscinas, en los centros comerciales; se puede ver a tipos haciendo jogging o hicking con la ametralladora a la espalda, siempre lista para ser usada cuando aparezca un peligro –generalmente con cara de árabe.

La académica Nurit Peled-Elhanan investigó durante años la imagen de los palestinos que presentan los libros de texto israelíes[6] y concluyó que se trata de una imagen estereotipada y racista, reducida a rasgos primitivos y simplistas, negándoles todo trazo de humanidad o referencia a su identidad cultural y a su rica historia en esa tierra. El objetivo, dice Peled, es deshumanizar a la población palestina para poder presentarla como un problema o un peligro a eliminar. Así se forma la base de prejuicios que les permitirá actuar con insensibilidad durante el servicio militar. A los 18 años se les entrega una ametralladora y se les manda a los territorios ocupados a cumplir la misión para la que han sido preparados desde el jardín de infantes.

Lo que hacen allí los soldados israelíes excede el espacio de este artículo. Baste decir que durante años Israel logró con bastante eficacia presentarse ante Occidente como el pequeño David defendiéndose del poderoso Goliat árabe, y mostrando como un milagro divino su supervivencia en medio de una región de enemigos hostiles. Ese relato ya no es sostenible, sobre todo en tiempos de periodismo ciudadano y redes sociales, que permiten mirar casi en tiempo real la ejecución sumaria de un joven palestino desarmado o el arresto violento de un niño a manos de un soldado, el bombardeo de un centro densamente poblado, la demolición de una vivienda familiar, una escuela o un mísero poblado beduino por topadoras manejadas por soldados, o el robo, vandalismo y agresión de los colonos a una comunidad palestina –bajo la protección del ejército de ocupación–.

Hasta hace unos años esas violaciones eran documentadas y denunciadas por víctimas,  organismos de derechos humanos y observadores internacionales; pero desde hace un tiempo, también una organización de ex soldados llamada “Breaking the silence” empezó a recoger y difundir testimonios de las atrocidades que cometieron durante el servicio militar en los territorios ocupados. El gobierno y la mayoría de la sociedad israelíes les consideran antipatriotas por difundir esos testimonios; pero nadie ha podido desmentirlos.

Toda esa violencia y abusos cotidianos[7] se explican por una combinación de dos factores: la deshumanización de la población palestina y la cultura de victimización que el sionismo ha convertido en el núcleo de la identidad israelí. Cuando tú te ves como la víctima –y la única víctima, además–, es imposible sentir la menor empatía hacia otras víctimas, y menos aún reconocer que en realidad eres el victimario, como explicó la periodista israelí Amira Hass, que vive en Cisjordania desde hace más de 20 años: “El concepto de eterna victimización permite a los israelíes vivir en la negación sobre la violencia que ejercen diariamente sobre los palestinos y palestinas. Y no les gusta que se les diga que alguien tiene derecho a resistir esa violencia.”                          

La victimización se inculca desde la más tierna infancia. El objetivo es crear una población convencida de que ‘el mundo entero nos odia’ y por lo tanto hay que estar en pie de guerra para ‘defenderse’ de los enemigos siempre dispuestos a aniquilarnos. Así es como la agresión se transforma en autodefensa, y el victimario en víctima. Para comprender la magnitud de este mecanismo ideológico y psicosocial, recomiendo ver el documental del israelí Yoav Shamir: “Difamación[8]. El académico judío-estadounidense Norman Finkelstein (hijo de sobrevivientes del nazismo) le llama a esto “narcisismo patológico”.

Y ya que estamos con Finkelstein, no podemos terminar sin aludir a un término que se ha usado mucho a raíz del incidente de Valizas: antisemitismo. El autor del best-seller “La industria del Holocausto” acusa al sionismo de hacer un uso político del Holocausto, y afirma que el propósito del discurso sobre el «nuevo antisemitismo» es descalificar a todos los críticos de Israel como “antisemitas”. El sionismo sabe bien que la causa de la hostilidad hacia Israel en el mundo no es el antisemitismo, sino las políticas de ese Estado contra el pueblo palestino. La ironía, dice Finkelstein, es que el Holocausto se ha convertido en la principal arma ideológica para lanzar guerras de agresión.

Esta mentalidad victimista explicaría también el trato de Israel a los visitantes que considera sospechosos de simpatizar con el pueblo palestino. Cada año a centenares de personas de muy diversas nacionalidades se les niega la entrada al país (no importa que en realidad sea a Palestina, porque Israel controla todos los puntos de entrada a los territorios ocupados), después de someterlas a agresivos interrogatorios y revisiones vejatorias, con un criterio netamente racista. Entre los muchos testimonios de quienes hemos vivido la experiencia, una joven relató que cuando se quejó de la revisión invasiva y violenta a una oficial de migración, ésta replicó: “Ahora puede entender cómo nos sentíamos en los campos de concentración[9]. Ni hablemos de la suerte que corren los miles de refugiados africanos que llegan huyendo de la violencia en sus países y son encerrados en un centro de internamiento (verdadera cárcel) en el desierto de Holon. Justamente estos días Israel anunció que deportaría a 40.000 a sus países de origen, sin importarle la suerte que les espera.

Volviendo a estas tierras y al incidente que origina esta reflexión[10], quizás ahora se pueda mirar con otra perspectiva la decisión del dueño de un pequeño hostal familiar en un rincón de la costa rochense que dice: “En mi casa no”. Tal vez no quiera exponer a sus huéspedes a vivir episodios como el que relató: “Una noche, en el marco de una charla sobre política internacional, como yo no estaba de acuerdo con su perspectiva, un huésped israelí me dijo que él estaba entrenado y preparado para matarme en 15 segundos[11]. No tiene nada que ver con ser antisemita, y bien haríamos en rechazar el gastado chantaje que pretende asimilar judaísmo con sionismo, y antisemitismo con crítica a Israel.

Quizás las decisiones valientes de muchas personas de conciencia, multiplicadas en todo el mundo, lograrán ejercer una presión efectiva y enviar un mensaje claro al gobierno, las instituciones y la sociedad israelíes: seguir violando los derechos humanos tiene un precio, también para la sociedad israelí; y ese precio está siendo cada vez más alto.

La comunidad judía uruguaya, y la sociedad en general, en lugar de condenar un incidente que no tiene motivación antisemita, deberían adoptar una postura crítica y firme ante los crímenes del Estado de Israel; y con el mismo celo que han demostrado para defender la no discriminación[12], exigirle que respete el Derecho Internacional y los derechos de 12 millones de palestinas y palestinos desparramados por el mundo.

Eso están haciendo en EE.UU. y otros países, por ejemplo, las nuevas generaciones judías, y son una fuente de esperanza para soñar un futuro de libertad, justicia e igualdad para todas las personas que habitan la tierra histórica de Palestina. 

Hostal Buena Vista, Valizas. (Foto: Mauricio Piñero).


NOTAS
[1] Por estar construido sin permiso en la franja costera; una realidad que se repite en varios puntos de la costa de Rocha, y que es bien conocida por las autoridades municipales. De no mediar este incidente, sería improbable que se anunciara la demolición en plena temporada turística y sin previo contacto con el afectado.
[2] Ver el tono y el enfoque del periódico la diaria (considerado de izquierda).
[3] Desde su creación en 1948, Israel ha violado más resoluciones de la ONU y tratados internacionales que ningún otro país.
[4] No hay espacio para desarrollar aquí los argumentos que califican a este régimen de apartheid, pero se puede consultar los informes del Consejo de Investigación de Ciencias Humanas de Sudáfrica (2009); del Tribunal Russell sobre Palestina (2011); del Comité para la Eliminación de la Discriminacion Racial (CERD) de la ONU (2012); y de la Comisión Económica y Social para Asia Occidental (CESPAO) de la ONU (2017); éste último retirado de la web de la CESPAO por presión de Israel.
[5] Desde 2007, el Índice Global de Militarización considera a Israel el país más militarizado del mundo.
[6] “Palestina en los textos escolares de Israel” (Canaán, Buenos Aires 2017). La versión original en inglés lleva el subtítulo: “Ideología y propaganda”.
[7] Según el IV Convenio de Ginebra, principal tratado de Derecho Internacional Humanitario que rige en los territorios palestinos ocupados por Israel, son crímenes de guerra pasibles de ser juzgados por la Corte Penal Internacional.
[8] La película explora la noción de ‘nuevo antisemitismo’ y los grupos de poder que apuestan a diseminar ese miedo. Shamir pudo infiltrarse en la ADL (Anti Defamation League) de EE.UU. para conocer lo redituable –y cuestionable– de ese discurso. También acompaña el viaje de un grupo de bachillerato a Auschwitz para mostrar cómo la juventud israelí es adoctrinada en la neurosis colectiva victimista antes de ingresar al ejército.
[9] Recientemente Israel publicó una lista negra de organizaciones a cuyos integrantes se les prohíbe la entrada por defender los derechos palestinos. Irónicamente, la lista incluye a una organización judía y una cuáquera que en 1947 recibió el Nobel de la Paz por salvar a personas judías de la persecución nazi.
[10] No es casualidad que la noticia haya sido denunciada primero por el periódico israelí Yediot Aharonot, dedicado a relevar diariamente hasta los más insignificantes incidentes de ‘antisemitismo’ en todo el mundo (léase: crítica a Israel).
[11] El País, 11/1/18.
[12] En el Estado de Israel hay más de 65 leyes que discriminan a la población palestina y no judía.

ACTUALIZACIÓN: El 23 de enero el periódico la diaria publicó una entrevista al dueño del hostal, donde éste expone y ratifica los motivos de su decisión y deja claro que en su hostal seguirá recibiendo a israelíes, como ya lo ha hecho, a “personas judías o de cualquier origen” que “se desmarquen de esas políticas militaristas, genocidas y colonialistas, y que compartan los valores de respeto hacia los derechos humanos, la libertad, la igualdad y la justicia para todas las personas, independientemente de su origen étnico, religioso o nacional”.

Valizas. (Foto: Mauricio Piñero).


Este artículo fue rechazado como columna de opinión (después de dos días de discusión) por el periódico
la diaria y también por el semanario Brecha (por primera vez después de siete años de colaboración continuada).
En este testimonio a la periodista Abby Martin el ex soldado y militante antisionista Eran Efrati ilustra elocuentemente las ideas que desarrollo en el artículo sobre el adoctrinamiento victimista y ultra-militarista a la juventud israelí, y su conducta en los territorios ocupados durante el servicio militar (en inglés, 27:07):

Acerca de María Landi

María Landi es una activista de derechos humanos latinoamericana, comprometida con la causa palestina. Desde 2011 ha sido voluntaria en distintos programas de observación y acompañamiento internacional en Cisjordania. Es columnista del portal Desinformémonos, corresponsal del semanario Brecha y escribe en varios medios independientes y alternativos.
Esta entrada fue publicada en América Latina, Apartheid, Armamento israelí, Derecho Internacional, Ejecuciones extrajudiciales, Israel, Resoluciones de la ONU, sionismo y etiquetada , , , , , , , . Guarda el enlace permanente.

9 respuestas a El largo brazo demoledor del sionismo

  1. espanoleslapatriaestaenpeligro dijo:

    Un buen comentario María. Se debe presionar desde todo el mundo a estos sionistas enemigos de la humanidad y amos del mundo. Sigue en la línea.

  2. facil solución… si no quiere turistas israelies, haga lo mismo que muchos hostales en patagonia.. ponga la bandera palestina en su entrada.

  3. Agradezco este articulo/columna que me aclara muchas cosas.- También opino igual que tu que no hubo ninguna aclaración sobre el dueño del hostal nunca hace un acto discriminatorio, ya que explica el porque de su decisión.- Saludos encontraremos la forma de que este articulo llegue a la mayor cantidad de personas posibles.-

  4. Hola Maria:
    Gracias por tu articulo. En cierto modo pone sobre la mesa la confusion (eterna) de terminos, conceptos, ideas que hay sobre el conflicto arabe-israeli.
    Lo pone sobre la mesa… pero no lo ordena.
    Y vamos a ver el articulo, por partes.

    Por que era de esperar que llovieran sobre los propietarios del parador en Valizas “acusaciones de discriminacion y antisemitismo”?
    Era de esperar, ya que Uruguay y su sociedad, a pesar de todo, sigue siendo demócrata, y defensora de los DDHH. Es de esperar que una sociedad asi, condene la actitud de los propietarios del hostal.

    La carga simbolica de la demolición del hostal, la llevas tu en tus prejuicios, en tu imagen deformada. Si se demuele el hostal, sera porque viola las normas/leyes locales, y nada tiene que ver con las demoliciones en los Territorios Ocupados.

    Es sorprendente que no hayas encontrado voces que salgan en defensa del dueño del hostal.
    Solo basta leer las respuestas de los lectores en los distintos medios de prensa, en las redes sociales, que si bien no representan organizaciones publicas, son la verdadera voz popular. Y ahi, como es habitual, escondidas tras el anonimato, salieron las ratas de sus agujeros. Sorprendente que no lo hayas leido.

    Yo también estoy sorprendido sobre lo que NO se escribe. Pero eso es habitual. Las cosas realmente importantes habitualmente no se escriben, y nos quedamos en el panfleto, el populismo y la manipulacion.

    Ni en el sueño mas dulce de los politicos del gobierno israelí el 99 por ciento de la sociedad apoya sus políticas. Tu manejas datos tan fantasiosos como falsos, lo que te permite de ahi en mas, continuar manipulando, y confundiendo conceptos y con eso a tus lectores.

    Los “turistas israelíes” son eso. Turistas. Y el perfil similar es producto de la dinámica de la sociedad israelí. Esos jóvenes, luego de su servicio militar obligatorio salen a “limpiarse la cabeza” como suelen ellos mismos decir, por el mundo.

    Algunos se han ganado una pésima reputación. Verdad. De ahi a catalogar a todos los turistas como arrogantes, mal educados y agresivos… la distancia es como la que separa el Este del Oeste. Los hay agresivos, los hay arrogantes, los hay maleducados. Son casos individuales, puntuales y encasillar a todo un pueblo tras esa imagen es un tendencioso error.

    Hay uruguayos asi? claro que los hay. Todos los uruguayos son asi? Seguro que no.
    Distintas actitudes de distintos pueblos han causado daños tremendos a su imagen, y es nuestro deber, como adultos responsables combatirlo. Los gallegos no son brutos, los polacos no son tontos y no todos los franceses comen ranas. Habra algun gallego bruto, o un polaco tonto, o un francés que guste de las ranas… no mas que eso.

    La actitud de “arrogante” de la sociedad israelí, es otro ejemplo de óptica deformada.
    Si, la sociedad israelí es una sociedad altamente militarizada. Es una realidad y sobre todo una necesidad por el momento. Es el precio a pagar por CINCO décadas (y no siete) de ocupación.

    Es el precio a pagar para vivir como Estado Judio, democratico, De no ser asi, seguramente los israelíes ya no podrían contar su propia historia. Estarian en el fondo del mar, como lo desean algunos de sus vecinos.

    La larga lista de artículos, publicistas, organizaciones que citas en tu articulo, son una muestra de la diversidad de opiniones que hay en la sociedad israelí, que a pesar de todos sus defectos, continua defendiendo una prensa libre, que permite la publicación de los artículos que tu citas.

    Hay libros de texto israelíes que estéreotipan de forma negativa a los palestinos. Verdad. Y de forma paralela hay organizaciones que condenan esos textos. Comisiones de padres se niegan a que esos textos sean utilizados en las escuelas de sus hijos.
    Es parte del dinamismo de la sociedad israelí. Hay que escuchar todas las voces.
    Te invito de forma paralela a que leas textos escolares palestinos, y intentes encontrar una sola imagen positiva del israelí, del judio, del vecino.

    La imagen de David y Goliat, ya no es actual. Israel ya no es el pequeño David defendiéndose del poderoso Goliat arabe. Israel es hoy una potencia ecónomica, militar, industrial. En cierto modo eso le permite marcar las reglas del juego, que no son siempre ecuánimes.
    Esa conducta es condenable, y es nuestra obligación hacerlo en todo foro posible. Para que sea efectiva tiene que ser verdadera y no tendenciosa.
    Esa condena debe, de forma paralela, garantizar el derecho de Israel a existir.
    Hablar de Palestina entre el rio y el mar… no deja lugar a un Estado de Israel, y eso es condenable.

    Hay una cierta verdad en lo que tu escribes sobre la victimización de la sociedad israelí. Distintos gobiernos han puesto especial hincapié en esa actitud. Pero que seas paranoico no quiere decir que no te persigan. Mas de una vez la población civil israelí ha sido víctima de atentados, ataques salvajes, matanzas en centros comerciales, restaurantes o en el transporte publico. Hubo épocas en que subirse a un bus era lo mas cerca de la lotería entre la vida y la muerte que te podia suceder. Ir a cenar a un restaurant… una aventura. En esos casos, sentirse víctima es real. No solo te sientes víctima. también eres.
    Eso ha llevado a la población civil israelí, a adoptar una actitud mas “dura”, frente a su vecino palestino. Es casi inevitable.

    Desafrotunadamente, como muchos otros aticulos, de una manera u otra, también este llega al Holocausto.
    Habitualmente, la condena hacia los judios primero y los israelíes después, es que se victimizan. Que justifican sus actitudes violentas, discriminatorias con argumentos como el Holocausto.

    Bien harías Maria, si dejaras el Holocausto de lado. El tema es Valizas. El tema es el rechazo de dos turistas israelíes. El tema es el estereotipo y la identidad que encuentran los propietarios del hostal entre la política del gobierno de Israel y el rechazo de dos turistas israelíes.

    Y si tu terminas el articulo con un consejo a la comunidad judía uruguaya, permiteme agregar ahora los mios.

    Bien haria la sociedad palestina si enfocara sus esfuerzos también a desarrollar una sociedad civil democrática en Palestina.
    Mejor aun, si recibiera el apoyo de blogs como “Palestina en el corazón”.
    La creación de un estado palestino independiente llegara cuando los palestinos logren una sociadad mas igualitaria, cuando la mujer sea tenida en cuenta como individuo con iguales derechos. Cuando la población palestina se libere no solo del yugo de la ocupación sino también de la corrupción de sus gobernantes. Cuando haya prensa libre, libertad de opinar libre de temor. Sistemas educativos palestinos que formen niños palestinos tolerantes, que rechazen y condenen la violencia.

    No solo los retenes israelíes cierran el camino a la independencia palestina. Muchas mas veces son los túneles de Hammas, la corrupcion de su gobierno, y la traicion de su dirección política.

    Riky Grunewald

  5. Hola Maria, he visto en varias ocasiones que utilizas el término victimario en la oposición: victimario y víctima. Creo que es más correcto y más claro utilizar el término verdugo, porque la dialéctica verdugo-victima es conocida y explica mucho de lo que sucede en Palestina y en el modo de actuar israelí. En este caso las víctimas han pasado a ser verdugos y como bien explicas, se siguen sintiendo víctimas y las únicas víctimas.

    • María Landi dijo:

      Gracias por tu mensaje, Antonio. Lo que no entiendo es por qué no te parece adecuado el término victimario. Verdugo en mi región (América del Sur) es un término más fuerte y con connotaciones de ‘guillotina’. Victimario es la palabra que se usa para justamente el opuesto a la víctima, o sea, quien le causa daño a la víctima es el victimario. Quizás en tu entorno cultural eso no es así… pero creo que gramatical y semánticamente es un término correcto. Saludos!

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