A propósito del asesinato de un joven judío etíope por un policía israelí

Los medios israelíes y también internacionales se han ocupado profusamente de la revuelta de la comunidad etíope de Israel a partir del asesinato de un joven de 19 años a manos de un policía en un suburbio de Haifa. A pesar de que la etíope es la comunidad judía más discriminada en Israel, y la última en la escala social, no deja de contrastar la repercusión mediática y la indignación social provocada por esta muerte, en comparación con los centenares de palestinos/as que habitualmente las fuerzas de seguridad asesinan (o hieren, o mutilan) con total impunidad sin que la noticia conmueva a la sociedad israelí, sencillamente porque las víctimas no son judías.
El siguiente texto de opinión plantea preguntas muy pertinentes respecto a cómo se posiciona la comunidad etíope israelí respecto a la opresión y represión estatal que sufre otro colectivo: el palestino. Si bien es natural para cualquiera con sensibilidad humana sentir solidaridad hacia una minoría de origen africano discriminada y maltratada por el Estado, hay una paradoja en esto: la población palestina tiene la experiencia de ser oprimida por integrantes de esa minoría vestidos de uniforme, así como de la absoluta indiferencia del conjunto del colectivo etíope hacia su situación. Yo misma fui testigo de esa conducta represiva de soldados y policías etíopes hacia la población palestina en las carretares y checkpoints del territorio ocupado, y vi también a funcionarios etíopes de migración aullando y maltratando a personas migrantes subsaharianas -igual que a mí como ‘sudaca’- en oficinas públicas de Tel Aviv. El interrogante es: ¿cómo construir puentes de solidaridad mutua entre dos colectivos sociales que -aunque en diferente medida- padecen la opresión y la discriminación del régimen racista de Israel?

 

La policía israelí retira a un etíope-israelí de una manifestación en la carretera de Ayalon tras el tiroteo policial contra Solomon Tekah (2/7/2019, Oren Ziv/Activestills.org)

 

La comunidad etíope israelí tiene la oportunidad de solidarizarse
con el pueblo palestino. ¿La tomará?

 

Solomon Tekah fue asesinado a tiros por un oficial de policía israelí porque era negro. Como palestino, sé exactamente lo que se siente.

 

Ashraf Ghandour*

 

Durante más de una semana he visto a israelíes etíopes llevar a cabo una lucha fuerte y justa contra el racismo sistemático que les ha sometido durante 35 años. Como palestino, como persona de color, no pude evitar sentir empatía por su dolor, junto con una extraña sensación de desconcierto al ver que israelíes de todos los rangos no lograban conectar la justa lucha de los etíopes con la de otros grupos oprimidos por Israel.

Pero a Solomon Tekah le dispararon porque era negro; y porque soy palestino, sentí que tenía que seguir escuchando atentamente.

Tekah, un joven etíope israelí de 19 años, fue asesinado a tiros la semana pasada en su propio vecindario −en un suburbio de Haifa− por un oficial de policía fuera de servicio. Después del tiroteo, miles de integrantes de la comunidad etíope salieron a las calles para protestar por la forma en que su pueblo está siendo tratado por las fuerzas de seguridad, en un intento de concientizar a la opinión pública sobre la opresión que ha enfrentado la población israelí de origen etíope desde que comenzó a emigrar a Israel a mediados de los 1980s.

Sin embargo, los medios de comunicación israelíes inmediatamente eligieron enfocarse en la violencia y los actos de vandalismo de algunos etíopes contra la policía, incluso deshumanizando a los manifestantes y llamándolos “animales”. Gran parte de la cobertura giró mucho más en torno a la forma en que la población blanca se vio afectada por los disturbios en las principales carreteras de Israel que en el drama de los propios manifestantes.

Escuché a integrantes de la academia de origen etíope hablar en defensa de los manifestantes, comparando su lucha con la de las comunidades negras en Estados Unidos, a miles de kilómetros de distancia. Sin embargo, la mayoría de quienes hablaron en público ignoraron abiertamente el drama que sufren cuatro millones de personas palestinas recluidas en las prisiones al aire libre de Cisjordania y Gaza, así como los 1.9 millones de ciudadanos/as palestinos/as que constituyen el 20 por ciento de la población de Israel, pero son más de la mitad de su población carcelaria.

Cuando integrantes de la comunidad palestina señalaron que estas dos formas de opresión nacen del mismo opresor, se encontraron con la resistencia de la comunidad etíope, que prefiere distanciarse de tales asociaciones.

Solomon Tekah (19), asesinado por un policía fuera de servicio el 30/6/19.

El asesinato de Solomon, y la respuesta de la mayoría de la sociedad israelí, nos recuerda el asesinato policial de Michael Brown en Ferguson, Missouri, que fue seguido de protestas masivas de la comunidad negra local. Mientras las protestas aumentaban, mucha gente blanca se dedicaba a  deliberar sobre la validez del uso de la violencia por parte de los manifestantes negros, alejando la atención de la historia de un joven de 18 años muerto y de la brutalidad de la fuerza policial que debía protegerlo.

Mientras tanto, las y los manifestantes de Ferguson aprendían de la población de Gaza −que estaba en plena guerra de 2014− a enfrentar el gas lacrimógeno vía Twitter. Fue un momento político que ayudó a profundizar la solidaridad entre el movimiento de solidaridad palestino y Black Lives Matter. Pero este tipo de solidaridad pareció estar completamente ausente en quienes hablaron en nombre de la comunidad etíope en Israel durante la semana pasada.

Como palestinos/as no necesitamos ser versadas en teoría política para saber hacia dónde se encamina la lucha etíope. Estamos demasiado familiarizados con la persecución, el encarcelamiento, la deshumanización y la falta de aliados israelíes que se solidaricen con nuestra lucha. Hemos visto cómo nuestro sufrimiento se convertía en un debate diluido sobre el uso de la violencia en las protestas; hemos escuchado las palabras “me perdiste cuando tiraste la primera piedra”; hemos sido víctimas culpadas y acorraladas para que condenemos los actos violentos de un puñado de manifestantes, mientras nuestro mensaje es enterrado lentamente junto a las víctimas de la ocupación y la brutalidad. Hemos sido gaseados, baleados y arrestados; y cuando vimos al joven manifestante etíope parado encima de un coche en movimiento, golpeando el parabrisas con sus puños, su frustración y su furia nos sonaron demasiado familiares.

La policía de Ferguson, Missouri, dispara gas lacrimógeno contra manifestantes durante los disturbios que siguieron al asesinato policial de Michael Brown en la ciudad. (Loavesofbread/CC BY-SA 4.0)

Pero la distancia entre la empatía y la solidaridad es grande. Después de todo, son sus rostros los que vemos, y sus manos bajo nuestra ropa, en los checkpoints. Sus hombres armados, muchos de ellos tan jóvenes como Salomon, son enviados a custodiar las colonias y a invadir los hogares en nuestros campos de refugiados. Quizás su ceguera hacia nuestra causa es el resultado del  compromiso de luchar contra un enemigo común.

Cuando Mohammed Ali se negó a luchar en Vietnam, dejó claro que no tenía “ninguna disputa con el Viet Cong”, sino con la guerra misma. Ahora debo preguntarles: ¿cuál es su disputa con el pueblo palestino? ¿Podrán llevar su lucha al siguiente nivel, abrazar la justicia para todos y negarse a participar en el abuso de todo un pueblo? ¿Por qué se distancian de una lucha contra la misma supremacía blanca que destruyó aldeas palestinas, mantuvo a las comunidades judías árabes en campos de refugiados, robó bebés de inmigrantes yemeníes y trajo desesperación a vuestra comunidad?

Hay una manera de salir de esto. Al tomar conciencia de la causa palestina y de su rol en el sufrimiento del pueblo palestino, ustedes pueden unirse a un movimiento que es verdaderamente intersectorial y encontrar la solidaridad internacional. Pueden unirse a una voz creciente que empodera a la gente no mediante la opresión de otros, sino a través del desmantelamiento de sistemas de opresión dirigidos hacia cualquiera que no sea de la clase dominante.

De lo contrario, ustedes estarán condenados a vivir complaciendo a sus aliados blancos, que los mantendrán bajo estándares de vida que nunca serán los suyos. Se burlarán de ustedes cuando sean demasiado ruidosos, demasiado violentos o demasiado emocionales. Y mientras tanto, seguirán bombardeando Gaza, arrestando niños y apuntando su arma al próximo Solomon Tekah.

 

Policías etíopes en un checkpoint de la Ciudad Vieja de Jerusalén (octubre 2015, Ahmad Al-Baaz).


*Ashraf Ghandour es un activista comunitario palestino, educador, escritor y Director de Participación de Exalumnos/as en Semillas de Paz.
Publicado el 9/7/19 en +972 Magazine. Traducción: María Landi.
Leer también:
Where should Palestinians stand on the protests by Ethiopian Jews inside Israel?, por Ahmad Al-Bazz.
As a Palestinian woman, it is my duty to support the Ethiopian struggle, por Samah Salaime.

 

 

 

Acerca de María Landi

María Landi es una activista de derechos humanos latinoamericana, comprometida con la causa palestina. Desde 2011 ha sido voluntaria en distintos programas de observación y acompañamiento internacional en Cisjordania. Es columnista del portal Desinformémonos, corresponsal del semanario Brecha y escribe en varios medios independientes y alternativos.
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