Un mensaje de Navidad desde Belén ocupada

Este artículo aparecerá próximamente en el Nº 256 de “Iglesia Viva. Revista de pensamiento cristiano”.
  

 La Plaza del Pesebre y la basílica de la Natividad en el centro de Belén (Adel Hana, AP)

La Plaza del Pesebre y la basílica de la Natividad en el centro de Belén (Adel Hana, AP)

El movimiento Kairos Palestina dio a conocer su Alerta de Navidad

En esta época del año muchas evocamos con nostalgia la magia que tenía en la infancia preparar el pesebre, o la ilusión con que los villancicos nos transportaban a la mítica Belén de “allá lejos y hace tiempo”.

Otros más críticos piensan en las divisiones entre las denominaciones cristianas presentes en Tierra Santa, materializadas en los espacios físicos asignados a cada una en la iglesia de la Natividad, o en las diferentes fechas en que cada rito celebra Navidad.

Cúpulas interreligiosas en el cielo de Belén (M. Landi)
Cúpulas interreligiosas en el cielo de Belén (M. Landi)

Sin embargo, Belén es también el corazón de Palestina ocupada. Una ciudad con una historia cristiana y un presente donde las cruces de las iglesias conviven pacíficamente  con los minaretes de las mezquitas, unidas en el dolor causado por la ocupación. El Muro construido por Israel encierra completamente a Belén, impide su crecimiento natural y el acceso de sus habitantes a Jerusalén, a sólo 10 km de distancia. Las colonias israelíes que rodean la ciudad (ilegales según el Derecho Internacional) siguen robándole más y más tierras a las familias palestinas. En Belén se asientan tres campos de refugiados/as, creados en 1949-50 con miles de familias expulsadas para fundar en su territorio el estado de Israel.

Desde ese lugar de sufrimiento y división, surgió una buena noticia de unidad y esperanza: en diciembre de 2009, el movimiento Kairos Palestina (KP), integrado por laicas y laicos, sacerdotes, obispos y pastores de diferentes iglesias, dio a conocer en Belén un mensaje que llama a las y los cristianos del mundo a solidarizarse con su sufrimiento y a ayudarles a recuperar su libertad.[1]

Integrantes de Kairos Palestina celebran su 4º aniversario (KP).
Integrantes de Kairos Palestina celebran su 4º aniversario (web de KP).

Ahora, por segundo año consecutivo KP ha elaborado un Alerta de Navidad invitando a que cada domingo de Adviento reflexionemos  y oremos sobre un tema específico de la realidad palestina[2].  

El documento se centra en Belén y en los problemas que sus habitantes enfrentan hoy en día. Los datos y estadísticas aportados por ONGs palestinas van acompañados de palabras de miembros de la comunidad cristiana, para que más -allá de estereotipos y abstracciones- conozcamos sus desvelos presentes y sus anhelos de futuro.

Cartel en la plaza central: Bienvenidos/as a Belén. Recen por la libertad de Palestina.
Cartel oficial en la plaza central: «Bienvenidos/as a Belén. Recen por la libertad de Palestina».

Así por ejemplo, Hind Khoury, una madre y activista se pregunta cómo es posible mantener el espíritu de Navidad cuando frente a su puerta en Belén se levanta el Muro como recordatorio sombrío “de la ocupación (…) que estrangula nuestras vidas, devora nuestra tierra y nos niega la libertad de movernos y visitar a amigos y familiares (…) y para colmo de males, nuestra resistencia es publicitada como terrorismo, y nuestra condición de víctimas como una agresión”, para concluir afirmando que “el mensaje sencillo de la Navidad es el secreto de la vida (…) estamos en este mundo para que tengamos vida, y la tengamos en abundancia”.

Muro y checkpoint 300 que separa a Belén de Jerusalén.
Muro y checkpoint 300 que separa a Belén de Jerusalén (sin crédito).

Primer Domingo de Adviento: Los campos de refugiados

El Centro para los Refugiados/as Badil nos recuerda que el palestino constituye el grupo más grande y más antiguo de población refugiada y desplazada en el mundo, repartida entre cinco continentes, pues Israel no le permita regresar a su tierra. De los 11,2 millones de palestinos/as que hay en el mundo, 7,4 millones (66%) son refugiados/as.[3]

Soldados israelíes a la entrada del campo de refugiados de Aida, Belén.
Soldados israelíes a la entrada del campo de refugiados de Aida, Belén.

Esto no es sólo un problema histórico: el desplazamiento afecta la vida de la población palestina día tras día, más que cualquier operación militar. Sólo en el último año, Israel desplazó a miles de palestinos/as en Jerusalén, Cisjordania y el desierto del Naqab (en Israel).

Una imagen habitual en las cúpulas de Belén.
Una imagen habitual en las cúpulas de Belén (M. Landi).

Israel emplea leyes y políticas estatales para transferir a la población palestina de manera silenciosa, desplazando regularmente pequeñas cantidades de personas para evitar la atención internacional. Y dentro de sus fronteras, 55 leyes discriminan a la población palestina (que constituye 20% del total) en áreas como la nacionalidad, los derechos de residencia, la propiedad de la tierra y la planificación regional y municipal.[4]

Aproximadamente el 28% de la población de Belén es refugiada. Son unas 22.000 personas repartidas en tres campos de refugiados, en situación de hacinamiento, sobrepoblación escolar y malas condiciones sanitarias. Allí las tasas de desempleo (de 30 a 45%) y de pobreza (39%) son superiores al resto de Belén.download

A Jean Zaru, presidenta de los Cuáqueros en Palestina y co-fundadora del centro de teología de la liberación Sabeel, la situación de las refugiadas le recuerda la de María de Nazaret, que también fue una refugiada cuando tuvo que huir a Egipto con José y Jesús. Eso la lleva a hacer un paralelismo entre la realidad de aquellos tiempos y la actual de Palestina:

María, Nuestra Señora de Palestina, observa atentamente las realidades de la vida cotidiana que se experimentan durante el imperio: los ricos oprimen a los pobres, los poderosos se enseñorean de los más débiles, muros de exclusión visibles e invisibles se levantan, las casas son robadas o destruidas, las tierras son confiscadas, los derechos de agua son violados, la libertad de movimiento está restringida, el acceso a los lugares santos está prohibido.”

Segundo Domingo: La detención de palestinos

 Addameer, la asociación de apoyo a los presos políticos, afirma que la continua colonización israelí busca suprimir a la población indígena palestina, encarcelando a cientos de miles y criminalizando cualquier forma de resistencia. Desde 1967 hasta hoy, más de 800.000 palestinos/as han sufrido la cárcel.

Niño palestino arrestado en Hebrón en noviembre (EAPPI).
Niño palestino arrestado en Hebrón en noviembre (EAPPI).

La detención masiva es una herramienta eficaz para controlar a la población, destruir el tejido social y hacer imposible su autodeterminación. Actualmente hay 5.000 presos políticos, incluyendo 236 niños, 16 mujeres, 13 parlamentarios y casi 200 sin cargo ni juicio.

Los palestinos son arrestados en sus hogares en medio de la noche, sometidos a largos interrogatorios que incluyen aislamiento, tortura física y psicológica, y juzgados por tribunales militares que carecen de garantías del debido proceso y tienen una tasa de condena del 99%.

Según la rama palestina de Defensa de los Niños Internacional, desde 2000, más de 8.000 niños han sido detenidos y juzgados por el sistema militar israelí, donde los malos tratos y la tortura son constantes. A los niños se les venda los ojos y se les esposa, sufren golpes y patadas, amenazas y coacción.

Uno de los muchos niños palestinos arrestados en Hebrón en marzo. (ISM)
Uno de los muchos niños palestinos arrestados en Hebrón en marzo 2013. (ISM)

Los abusos sistemáticos a los que los niños presos palestinos son sometidos viola la Convención sobre los Derechos del Niño. El interrogatorio y el régimen de aislamiento prolongado, sin acceso a familia ni abogado, tiene el objetivo de quebrar su voluntad y hacerlos confesar o convertirlos en colaboradores.

Las fuerzas de ocupación no diferencian entre hombres y mujeres, ni permiten privilegio alguno por necesidades especiales. Hiba Bdeer, del pueblo de Doha, contiguo a Belén, es madre de Malak (7) y Yara (5). Fue detenida en presencia de su marido y sus hijas cuando allanaron y saquearon su casa en la madrugada, llevada con los ojos vendados y esposada e interrogada durante 8 días. Hiba está presa desde el 2 de abril sin cargos y sin derecho a visita; no sabe cuándo volverá a ver a sus hijas.

Imad Haddad, pastor luterano de Ramala, se pregunta: “¿Cuándo vas a mostrar misericordia con nosotros, Señor? ¿Cuándo darás a nuestros cautivos la libertad, Señor? ¿Hasta cuándo van los palestinos a comer el «pan de la adversidad», y beber el «agua de la angustia»?  ¿Hasta cuándo deben los cautivos palestinos hacer huelga de hambre para que su voz sea escuchada?”

También reflexiona a partir de Isaías 43,1: «Te he llamado por tu nombre»: “Dios nos llama por nuestros nombres porque somos especiales y preciosos a los ojos del Señor. Pero los prisioneros son despojados de este derecho, no se les llama por su nombre sino por un número. Los seres humanos no son números ni son estadística: son personas que están llamadas a vivir, ser libres y ejercer sus derechos. Lamentablemente, la comunidad internacional trata a los prisioneros palestinos como números y estadísticas, ignorando el hecho de que estos números son seres humanos reales.”

Tercer Domingo: Las familias separadas

Niñas y niños en la iglesia de la Natividad durante la Pascua ortodoxa (M. Landi).
Niñas y niños en la iglesia de la Natividad durante la Pascua ortodoxa (M. Landi).

Uno de los aspectos menos conocidos y más perversos de la ocupación -tendiente a garantizar la mayoría demográfica que necesita el Estado judío- es los diferentes documentos de identidad y permisos de residencia otorgados por Israel a la población palestina, que dificultan a las parejas vivir juntas cuando tienen documentos diferentes.

Como explica el centro de derechos humanos católico St. Yves, en 1967 Israel ocupó y anexó ilegalmente Jerusalén Este, pero no a sus habitantes palestinos/as, quienes pasaron a ser tratados como inmigrantes. La población palestina de Jerusalén tiene como único documento de identidad un “permiso de residencia” israelí para vivir en la ciudad donde nació, distinto al documento de identidad que tiene la población de Cisjordania (que no tiene permiso para entrar a Jerusalén).

Escena familiar en la iglesia de la Natividad durante la Pascua ortodoxa (M. Landi).
Escena familiar en la iglesia de la Natividad de Belén durante la Pascua ortodoxa (M. Landi).

Cuando una persona de Jerusalén se casa con una de Cisjordania, tiene que solicitar la reunificación familiar. Esto es muy difícil de obtener por el sinfín de requisitos tendientes a impedir que más palestinos/as residan en Jerusalén.[5] El resultado es que muchas parejas deben vivir separadas, o un cónyuge hacerlo en forma clandestina, ya sea porque la persona de Cisjordania no tiene permiso legal para vivir en Jerusalén, o porque la persona de allí que opta por vivir en Cisjordania con su pareja, si Israel descubre que no está viviendo en Jerusalén, puede perder el permiso de residencia en su ciudad natal y no poder volver a ella. Cuando esa pareja tiene hijos/as, la situación se complica aún más.

En 2011 Israel otorgó sólo 33 de las 3000 solicitudes palestinas de reunificación familiar. Aun en caso de obtener el permiso, éste debe renovarse periódicamente y se puede perder por cualquier motivo. Cuando se trata de personas exiliadas o nacidas en la diáspora, Israel les niega el derecho a vivir en Palestina, aún con un cónyuge nacido allí.

Abla Nasir, una madre, abuela y activista comunitaria reflexiona: “Estamos gobernados por la injusticia de un Estado que reclama mi patria por derecho divino, que trae familias judías de todo el mundo a vivir en mi tierra, mientras que mi familia se encuentra dispersa y nuestra reunificación no está permitida.”

 

Cuarto Domingo: Violencia de los colonos

 El instituto de investigación ARIJ afirma que en la última década los ataques de colonos israelíes hacia la población palestina han aumentado en cantidad y en violencia, poniendo en peligro su vida y  sus medios de subsistencia. A lo largo de 46 años, los colonos han ido apropiándose poco a poco de los territorios ocupados; hoy son más de 650.000 viviendo en Cisjordania y Jerusalén Este.

Colonos judíos vandalizaron el monasterio trapense de Latrún, en Jerusalén (AP Photo/Oded Balilty)
Colonos judíos vandalizaron el monasterio trapense de Latrún, en Jerusalén (AP Photo/Oded Balilty)

Los ataques de los colonos hacia personas y propiedades palestinas incluyen destrucción y quema de cultivos y árboles, incendio de vehículos, viviendas y mezquitas, vandalización de templos y agresiones físicas. ARIJ registró más de 2000 ataques desde 2007, y más de 311 sólo entre enero y mayo de 2013. No son incidentes aislados o de individuos, sino que cuentan con el apoyo del ejército y el incentivo y la impunidad que les garantiza el gobierno israelí.

Colonos armados en Hebrón/Al Khalil (AIC).
Colonos armados en Hebrón/Al Khalil (AIC).

El objetivo es hacer imposible la vida de las comunidades palestinas y continuar apropiándose de sus tierras por la fuerza, hasta que no tengan otra opción que marchar al exilio o amontonarse en las densamente pobladas ciudades de Cisjordania.

Diversas encuestas han revelado que la inseguridad política y económica creada por la ocupación israelí (y no la persecución religiosa) es la principal causa de emigración de la población cristiana palestina, que ha disminuido dramáticamente desde la creación del Estado de Israel.

Graffitti sarcástico en el Muro: "Feliz Navidad desde el gueto de Belén".
Graffitti sarcástico en el Muro: «Feliz Navidad desde el gueto de Belén».

Ibrahim Nairouz, un sacerdote anglicano que vive en Nablus con su familia, afirma: “Los asentamientos son el pecado del ser humano contra su hermano, a través del robo de la tierra, la vida, la dignidad, la tranquilidad y la paz, y la imposición de una política injusta para desarraigar a los habitantes originarios de la tierra.

Ante la estrategia de Israel de poner nombres bíblicos a las colonias para afirmar su derecho divino a la tierra robada, el Padre Nairouz reafirma el deber de quienes creemos en Cristo de proclamar la Verdad para que ella nos haga libres (Jn 8, 32): “la injusticia, la apropiación de tierras, la represión, la limpieza étnica, la discriminación, aterrorizar a gentes pacíficas en su tierra, van en contra de la voluntad del Señor.”

La inmensa colonia Har Homa frente al Campo de los Pastores, en Belén (Pedro Ferrarcio).
La inmensa colonia Har Homa vista desde Beit Sahour (Campo de los Pastores), en Belén (Pedro Charbel).

Finalmente, KP nos pide implicarnos, sugiriendo algunas maneras:

  • Compartir esta Alerta de Navidad para educar a nuestras comunidades sobre la situación que vive Palestina bajo la ocupación israelí.
  • Escribir a las embajadas israelíes en nuestros países reclamando justicia.[7]
  • Visitar Tierra Santa y conocer los hechos y la gente, de la mano de las y los cristianos palestinos.
  • Informarles de qué manera nos implicamos, escribiéndoles a: info@kairospalestine.ps

 

Activistas denuncian la situación de Palestina el día de Navidad en la plaza central de Belén (M. Landi).
Activistas denuncian la situación de Palestina el día de Navidad  de 2011 en la Plaza del Pesebre de Belén (M. Landi).

NOTAS

[1] Leer el documento «Un momento de Verdad: Una palabra de Fe, Esperanza y Amor desde el corazón del sufrimiento palestino«.  Ver también en este blog: «Kairos Palestina: una voz profética desde una tierra oprimida«.
[2] Leer aquí el documento de Adviento en castellano.
[3] BADIL, Estudio sobre refugiados palestinos y desplazados internos, 2010-2012 (2012). 
[4] Amjad Alqasis, La Nakba en curso. El desplazamiento forzoso continuado del pueblo palestino, en Al-Majdal, revista trimensual de BADIL, otoño 2012.
[5] Entre muchos otros, por ejemplo: los hombres deben ser mayores de 35 y las mujeres mayores de 25, y no pueden tener miembros de su familia que hayan tenido algún tipo de problema con la justicia israelí.
[6] Consultar en: http://www.allembassies.com/israeli_embassies.htm
Activistas de Belén en la plaza central en una acción de la campaña "I love Palestine".
Activistas de Belén frente a la iglesia de la Natividad en una acción de la campaña «I love Palestine».
Uno de los árboles en la Plaza del Pesebre 'decorados' por activistas de Belén con cartuchos de gas lacrimógeno "made in USA" (PNN).
Uno de los árboles en la Plaza del Pesebre ‘decorados’ por activistas de Belén con cartuchos de gas lacrimógeno «made in USA» (PNN).

Activistas locales 'decorando' un árbol en la plaza de Belén con granadas de gas lacrimógeno "made in USA" (Ryan Rodrick Beiler).

Activistas locales ‘decorando’ un árbol en la plaza central de Belén con granadas de gas lacrimógeno «made in USA» (Ryan Rodrick Beiler, 2013).

Activistas de Belén forman el signo de la paz con cartuchos y granadas de gas lacrimógeno israelíes en la plaza de la Natividad, 2013.
Activistas y artistas plásticos forman el signo de la paz con cartuchos y granadas de gas lacrimógeno israelíes en la plaza del Pesebre de Belén. 2013.

Árbol de Navidad realizado por activistas de Belén con granadas pintadas de color y alambre de puás, en la plaza de la Natividad, 2013.
Árbol de Navidad realizado por activistas de Belén con granadas de gas lacrimógeno pintadas de colores y alambre de púas, en la plaza del Pesebre, 2013.

Acerca de María Landi

María Landi es una activista de derechos humanos latinoamericana, comprometida con la causa palestina. Desde 2011 ha sido voluntaria en distintos programas de observación y acompañamiento internacional en Cisjordania. Es columnista del portal Desinformémonos, corresponsal del semanario Brecha y escribe en varios medios independientes y alternativos.
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